Arquitectura moderna (no confundir con
arquitectura modernista) es un término muy amplio que designa el conjunto de
corrientes o estilos de arquitectura que se han desarrollado a lo largo del
siglo XX en todo el mundo.1
Esta verdadera revolución en el campo de la
arquitectura y el mundo del arte, tuvo su germen en la Escuela de la Bauhaus y
su principal desarrollo en el Movimiento Moderno vinculado al Congreso
Internacional de Arquitectura Moderna (1928-1959), no sin diferencias, marcadas
por las dos principales tendencias: el funcionalismo racionalista y el
organicista (racionalismo arquitectónico y organicismo arquitectónico).
Ese concepto de arquitectura moderna o
arquitectura contemporánea entendida como algo estilístico y no cronológico, se
caracterizó por la simplificación de las formas, la ausencia de ornamento y la
renuncia consciente a la composición académica clásica, que fue sustituida por
una estética con referencias a las distintas tendencias del denominado arte
moderno (cubismo, expresionismo, neoplasticismo, futurismo, etc.).
Pero fue, sobre todo, el uso de los nuevos
materiales como el acero y el hormigón armado, así como la aplicación de las
tecnologías asociadas, el hecho determinante que cambió para siempre la manera
de proyectar y construir los edificios o los espacios para la vida y la
actividad humana.
En la segunda mitad del siglo XX se fueron
produciendo tanto nuevos desarrollos del movimiento moderno en sus múltiples
posibilidades, como alternativas críticas. En las últimas décadas del siglo se
produjo incluso un radical cuestionamiento del concepto mismo de la modernidad
a través de su desconstrucción, y que en arquitectura fue interpretado a través
de los movimientos denominados desconstructivismo y arquitectura posmoderna,
que no son ni mucho menos las únicas posibilidades expresivas de un periodo,
que llega hasta el siglo XXI, que se caracteriza por la abundancia y variedad
de obras, estilos y creadores.
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